martes, 27 de diciembre de 2016

Oír un libro

Para empezar este artículo, debo relatar una anécdota que realmente dejó una impresión en mi estilo de promover la lectura. Hace años realicé un encuentro juvenil en una pequeña biblioteca, la actividad reunió a unos 20 adolescentes de un liceo cercano que estaban a la expectativa sobre qué descubrirían en esta grata experiencia, sin pensar que la lección más importante me la llevaría yo. 

Mientras los participantes se registraban, me percaté que entre ellos había un chamo invidente; este jovencito era guiado por uno de sus compañeros hasta su puesto. Debo confesar que estaba consternado: ¿cómo podría hablar sobre libros juveniles, la magia que esconden y la importancia que tienen, cuando entre los oyentes estaba un muchacho que no podía "leer"? 


martes, 20 de diciembre de 2016

Herramientas para promover la lectura entre los no-lectores (Parte 1)

Un dilema que se le atraviesa a todo maestro, docente, profesor de Literatura o promotor de la lectura es cómo impulsar e incentivar en este hábito a quienes aún "les cuesta" encontrarle el gusto a tomar un libro entre sus manos.



He tenido la oportunidad de toparme con decenas de situaciones, así como algunos osados argumentos, que revelan que la lectura no está entre las preferencias de algunos estudiantes. "A mí no me gusta leer, profe"; "¿qué de bueno tiene agarrar un libro, profe? Para eso veo la película?"; "Sinceramente pierde su tiempo, profe. Eso de leer no va conmigo porque estoy muy ocupado"; entre otros razonamientos similares que con mucha seguridad puedo afirmar que no sólo yo he oído sino muchos colegas del área.

Sin embargo, para no alargar esta introducción pesimista, he podido experimentar y confrontar diversas modalidades para promover la lectura, así sea en sus rasgos más radicales y hasta ortodoxos. En pocas palabras, para impulsar lo que les gusta a los adolescentes y jóvenes, hay que cambiar nuestra metodología y ser más prácticos que nuestros destinatarios.